Por: Víctor Manuel Marticorena
El Rincón Poético de Jutiapa
Siento latir mil veces mi corazón al verte,
Al suave compás del dulce canto de jilgueros;
Y con el alma en las te digo:
¡Oh reina hermosa!, tú eres la diosa incomparable
De este bello y noble pueblo.
Nunca había sentido el fulgor de tus ojos verdes,
nunca había estrechado mi mano con la tuya;
y ahora que estas cerca de mi, mujer querida,
ni en mis sueños quisiera que tú nunca te fueras.
Al pasar frente a tu balcón,
Iluminado por la pálida luz del alba;
Siento un amor infinito y vuela mi pensamiento,
Hacia la cumbre de los volcanes;
Y desde lo alto te canta mil canciones
En su alborada me forma para despertarte.
Ya está amaneciendo:
Ya están repuntando los celajes del nuevo día,
Y los gallos con tristeza cantan sus melodías.
Hay momentos en mi vida en que mejor quisiera,
Que tú fueras nuestra Virgen Dolorosa;
Y así poder arrodillarme ente tu altar dorado,
Y elevar mis plegarias al eterno infinito.
No es un martirio éste vivir de mi alma,
Porque aún siento quererte todavía;
Y si tú te alejara de mi lado algún día,
Sinceramente, por ti yo moriría.
El Rincón Poético de Jutiapa
Siento latir mil veces mi corazón al verte,
Al suave compás del dulce canto de jilgueros;
Y con el alma en las te digo:
¡Oh reina hermosa!, tú eres la diosa incomparable
De este bello y noble pueblo.
Nunca había sentido el fulgor de tus ojos verdes,
nunca había estrechado mi mano con la tuya;
y ahora que estas cerca de mi, mujer querida,
ni en mis sueños quisiera que tú nunca te fueras.
Al pasar frente a tu balcón,
Iluminado por la pálida luz del alba;
Siento un amor infinito y vuela mi pensamiento,
Hacia la cumbre de los volcanes;
Y desde lo alto te canta mil canciones
En su alborada me forma para despertarte.
Ya está amaneciendo:
Ya están repuntando los celajes del nuevo día,
Y los gallos con tristeza cantan sus melodías.
Hay momentos en mi vida en que mejor quisiera,
Que tú fueras nuestra Virgen Dolorosa;
Y así poder arrodillarme ente tu altar dorado,
Y elevar mis plegarias al eterno infinito.
No es un martirio éste vivir de mi alma,
Porque aún siento quererte todavía;
Y si tú te alejara de mi lado algún día,
Sinceramente, por ti yo moriría.